La República Bolivariana de Venezuela es, quizás, el país de la región que junto con México y Argentina más noticias generan en la media internacional.

Sus problemas económicos y políticos son la comidilla de medios de comunicación y presidentes   que necesitan mejorar su propia imagen.

Muchas veces se cree, desde fuera, que la situación en las ciudades venezolanas es similar a la de un apocalipsis.

Lo cierto es que, aún a pesar de sufrir una mega inflación y padecer una eterna inestabilidad institucional, la vida de los ciudadanos allí continúa como en todos los lados.

Aunque, claro está, en una nueva normalidad que, entre otras cosas, agudiza la crisis económica.

Muchas agencias revelaron que durante la pandemia han crecido los consumos de sustancias legales e ilegales.

Esto también sucedió en Venezuela, donde la posesión de hasta 20 gramos de cannabis está penada.

Luego de la reforma de 1993, se cambió la pena de cárcel con “medidas de seguridad social” para dicha posesión.

Hoy, el porte de drogas para el uso personal se castiga con tratamiento obligatorio.

Existe un movimiento que busca cambiar las cosas en este sentido.

Se llama Pensando la Marihuana y hace dos años presentó un documento solicitando un debate que conduce a una nueva regulación.

Allí advierten que Venezuela es uno de los países donde la penalización del consumo y posesión es de las más rígidas.

La petición la realizó a la Asamblea Nacional Constituyente, la Alcaldía de Caracas y otras instituciones gubernamentales y no gubernamentales.

Se desconoce si el escrito fue bien acogido por estas autoridades, aunque no hay muchas expectativas positivas.

Por lo menos para Esluve Sosa, uno de los autores del informe, quien dijo al portal Cinco8 que Venezuela es uno de los países a los que menos le interesa despenalizar la marihuana.

La prueba de esto es el silencio absoluto que se ha mantenido durante los últimos años.

Abraham Sosa, otro de los ideólogos del informe, advirtió a Plano Informativo que “la planta en su estado puro es inocuo para la salud, por lo que no debe ser objeto de fiscalización”.

Añadió que es “sorprendente” que en Venezuela se mantiene aislada de esta discusión, y sostuvo que su legalización logró eliminar el tráfico ilegal.

La estricta prohibición también es percibida por otro sentido: casi ni se huelen flores por las calles de Venezuela.

Incluso, los propios usuarios se esconden para fumarla y, aún en sus casas, llamadas de atención de sus vecinos para que cierren las ventanas y contengan el aroma.

Luis Cedeño, experto en temas de inseguridad y tráfico de drogas de la organización no gubernamental “Paz Activa”, dijo que a Notimex que el tema no es de interés social.

“Este es un tema tabú, estamos retrasados ​​en comparación con otros países en cuanto a la sensibilización de la población, a pesar de que es un tema de tendencia mundial”, expresó.

Te imaginarás entonces que comprar marihuana (y cualquier otra droga) es ilegal en Venezuela.

Y muy peligroso.

Sin embargo, eso no impide que exista compra venta de hierba. También experiencias en torno a ello.

PANDEMIA

“Antes de empezar la cuarentena podías conseguir un gramo por un dólar”.

“Ahora por un gramo te quitan hasta cinco dólares y posiblemente siga subiendo”, explica Jesús.

Este caraqueño es otro de tantos que no ha podido mantener su consumo personal con regularidad porque le ha tocado ajustarse a lo que puede pagar.

Los precios de la marihuana en las calles venezolanas han subido entre un 700 y 1.000 por ciento transcurrido apenas un mes de la cuarentena.

Existió mayor demanda, quizás por el encierro y la ansiedad que genera, pero hay dos factores que complican las cosas.

Las cerradas fronteras con los países proveedores.

Y, por otro lado, la falta de combustible para movilizarla por calles y autopistas, muchas de las cuales han estado repletas de retenes policiales.

La propia gasolina cuenta ya en Venezuela con un mercado negro similar al del cannabis.

COLOMBIA

La marihuana que normalmente se consume en Venezuela proviene de Colombia.

Es sabido que este país no sólo tiene una larga trayectoria de producción y consumo de cocaína, sino que también es hogar de muchos y buenos breeders.

Y no sólo en la actualidad.

Colombia cultiva cannabis para usos recreativos desde hace décadas, y así ha llegado a tener sus propias genéticas célebres.

Samaria Golden, Mangobiche y la famosísima Cripy son marcas registradas de Colombia, hoy reconvertido en país exportador de hierba legal.

Según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), Colombia produjo en 2018 cerca de 44,5 toneladas de marihuana.

En agosto de 2019, la policía colombiana incautó en la región de Tolima (centro oeste) un cargamento de 2,1 toneladas de marihuana genéticamente modificada.

La misma tenía como destino Venezuela.

Según diversos reportes de prensa, el cannabis especialmente preparado para Venezuela se produce en Cali, donde supo existir el peligroso Cartel de Cali.

Los traficantes usan pasos fronterizos ilegales para ingresarla a Venezuela y, de ahí, transportan la droga a distintos puntos en todo el país.

La Oficina Nacional Antidrogas (ONA) de Venezuela dio a conocer en agosto de 2019 un informe revelador.

Dijo que las incautaciones de marihuana representaban el 80 por ciento del total de la droga decomisada en el país en los primeros seis meses de 2019.

Otra oficina que aportó datos es la organización InSight Crime, que comparó estas cifras con las de un informe de 2017 de este mismo organismo.

En el contraste pudo apreciar que en ese año las incautaciones de marihuana en Venezuela representaban poco más del 14 por ciento.

El otro 84 por ciento correspondía a cocaína.

Los datos no pudieron ser comparados con los de 2018 porque la ONA no emitió informe para ese año.

No obstante, las cifras oficiales dicen que durante 2019 fueron incautadas aproximadamente 76 toneladas de droga en todo el país, de las cuales 24,9 corresponde a marihuana.

Por lo menos así lo informó el fiscal general nombrado por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab.

La marihuana que no es incautada es consumida en Venezuela o exportada desde nuestro país.

InSight Crime también dijo en 2018 que el estado Anzoátegui (norte) podría estarse convirtiendo en un lugar para exportar la droga que se producía en Colombia.

Es que solo en noviembre de ese año se hicieron tres incautaciones en la región, que daban un total de 989 panelas de cocaína y 1.075 de marihuana.

Otros reportes de autoridades señalan que Río Caribe, en Sucre (norte), es otra de las principales rutas de drogas desde Venezuela.

La misma está controlada por la banda de San Juan de las Galdonas.

InSight Crime muestra que la ruta parte de la costa venezolana, pasando por Trinidad y otras islas del Caribe, para finalmente llegar a Estados Unidos y Europa.

ESTRÉS

Para muchos venezolanos (y ciudadanos del mundo) la relación es simple: a mayor marihuana, menos niveles de estrés.

También para Jesús, un operador de un call center en Caracas que fuma marihuana de manera regular desde hace dos años.

Como a muchas personas, la crisis económica que deriva del coronavirus lo dejó sin trabajo mientras espera el retorno a la normalidad.

Antes del covid, Jesús compraba un promedio de entre 10 y 20 gramos al mes.

“En estos tiempos me ha tocado reducir mucho el consumo y aprender a administrar mejor las cantidades diarias, ya que cuando se acabe no sé cuándo podría volver a comprar”.

“El alto costo es un obstáculo que se puede ordenar si regula el consumo”.

“Sin embargo, para lograr que llegue a mis manos me ha tocado pedir favores a conocidos que tengan carro y gasolina para que me la traigan”, cuenta.

Otro usuario en problemas es Pablo, estudiante de comunicación social en Caracas, quién fuma de manera regular desde hace unos ocho años.

Antes de la cuarentena podía conseguir el gramo en aproximadamente 0,6 dólares.

Un precio más bajo que el promedio, al que accedía comprando una cantidad mayor en grupo con otros consumidores.

“Ahora cada gramo me viene saliendo en 3,5 dólares si logramos llegar a la cantidad necesaria”.

“Si la tengo que comprar al detal (por menor), el precio puede ser de hasta cinco o siete dólares por unidad, dependiendo de quién te la venda”, afirma.

A Pablo también le afecta el problema de la gasolina.

A pesar de tener auto en estos momentos evita salir, ya sea por la cuarentena como por no consumir combustible.

Esto le ha llevado a pedirle a sus conocidos que se acerquen a algún sitio cercano para poder buscar la marihuana a pie.

Es que la escasez de gasolina hizo que los caraqueños cuiden y racionen el uso de sus automóviles más que cualquier otra cosa.

ENRIQUE

La ansiedad de vivir en una incertidumbre como esta, en un país que ya estaba en crisis, lo hace fumar más.

“Si antes me fumaba dos porros al día, ahora me fumo uno y más pequeño de lo normal”.

“Pero no pienso dejar de fumar”, establece.

“Estamos en una situación en la que debemos estar encerrados obligatoriamente y el único momento de relajación que tengo es cuando fumo”.

Enrique se jubiló de su trabajo formal hace dos años y desde entonces vive de su retiro.

Hace uno que otro trabajo para conseguir ingresos extra ya que la pensión no le alcanza para vivir, pero con el decreto de emergencia le ha sido imposible.

Fuma marihuana desde los 31 años.

Antes de la cuarentena podía conseguir el gramo entre uno y dos dólares.

Ahora la historia es diferente.

Sus proveedores le han pedido hasta siete dólares por gramo.

Desde que empezó la cuarentena, Enrique no ha podido comprar cannabis.

“La última vez que fumé fue hace más de dos meses. Luego de eso se me acabó ”.

Con el estrés que produce el confinamiento, asegura que, de tener el dinero, lo pagaría.

Como muchos otros, consume marihuana principalmente por su efecto relajante.

ANDRÉS

Andrés estudia contaduría pública y trabajaba en atención al cliente los días previos al confinamiento.

Antes de la cuarentena pagaba un dólar por gramo y consumía unos 10 gramos semanales.

Por esos precios es que no está fumando.

“No hay movimiento de drogas”, dice, “pero sí de los cuerpos policiales antidrogas buscando agarrar a cualquier persona con o sin posesión para extorsionar de manera ilegal”.

Además, si la policía te agarra con un porro, un “cacho” o incluso con pequeños residuos que pueden quedar en tu bolsillo, cartera o la alfombra del carro, ya estás a su merced.

Andrés cuenta que él mismo ha tenido problemas con la policía por portar cantidades dentro de lo que contempla esta ley.

“Si te caes, no queda otra opción sino pagar. Llevar la contraria citando esa ley puede meterte en más problemas. Prefieres no mencionarla y tratar de llegar a un acuerdo con el funcionario ”.

DISTRIBUIDORES

Gabriel vende marihuana desde hace cinco años.

Y cuenta que ha visto el aumento en los precios no solo ahora, sino también a medida que avanza la crisis venezolana.

Desde que empezó la cuarentena no ha podido vender:

“Cada vez que voy a comprar para revender el precio sube, o si no es que no hay en ningún lado, porque se acaba muy rápido”.

“Y con las restricciones de transporte no me puedo mover a buscarla”.

“Hay mayor presencia de policías y militares en la calle, lo cual multiplica el riesgo de que te pillen”.

“Esto hace que quien tenga, la venda al precio que quiera”.

Antes de la cuarentena, Gabriel vendía el gramo aproximadamente a 1,5 dólares.

La última vez que tuvo contacto con su mayorista, el costo era de seis dólares.

“Con ese precio tengo que vender mínimo en siete u ocho dólares el gramo, sino no puedo”.

VERÓNICA

Verónica, otra dealer, vendía el gramo en dos dólares.

Ahora, pasado más de un mes, lo vende en seis, aunque aclara que como consumidora lo ha llegado a pagar hasta ocho dólares cuando se queda sin stock.

Su logística para abastecerse varia.

A veces la tiene que buscar ella y en otras ocasiones se la traen.

Señala que cuando se la traen no le cobran ningún cargo adicional.

Pero cuando le toca buscarla, la historia es otra:

“Yo voy en mototaxi y antes de la cuarentena pagaba 10 dólares por el servicio, lo cual era considerado un precio alto para lo que cuesta un traslado en moto”.

“Pero el precio era ese por la mercancía que se está buscando. Ahora me cuesta 20 dólares ”.

Ella misma ha bajado su consumo personal porque no tiene la misma disponibilidad de gramos que antes: le ha tocado ahorrar.

Verónica comentó que, como sus ventas han bajado tanto, está considerando empezar a vender otras sustancias que sean más caras.

Es que sólo con la marihuana “no le dan los números”.

Estas distorsiones en los precios de la marihuana son una reacción normal de los mercados.

Lo que sucede es que entraron nuevas variables en juego que afectaron directamente la relación oferta / demanda.

Todos, usuarios y proveedores, están atravesados ​​por la batería de problemas que tiene Venezuela.

Ese país en el que la vida no se detuvo, a pesar de que reine el caos.

Fuente: La Marihuana