La marihuana se legalizó en Uruguay en 2013 pero la investigación medicinal ha avanzado poco, y en eso inciden las trabas para su financiamiento.

“Es una ‘lástima’ que se venda cannabis ‘como medicina’ cuando hay pocas ‘bases científicas’ para recomendarlo”, tituló el semanario Búsqueda el 4 de julio una entrevista que le hizo al médico Carlos Batthyány, director del Institut Pasteur de Montevideo.

Tanto en esa entrevista como en la que dio en Canal 4 el 11 de julio, Batthyány expresó que en esta área “la evidencia científica es muy poca”, y transmitió su preocupación por la falta de controles de productos no regulados.

Si bien no cuestionó los testimonios de pacientes que dicen obtener efectos muy beneficiosos, dijo que “a nivel poblacional no tenemos evidencia para recomendar” esas formulaciones, porque no hay estudios clínicos que las avalen.

Hace algunos días, la Sociedad Uruguaya de Endocannabinología (Suen) emitió un comunicado de prensa, que reproduce La Diaria, a raíz de las declaraciones de Batthyány.

Ambos discursos tienen muchos puntos en común; la principal discrepancia está en la valoración de los estudios científicos.

Respuesta

En el comunicado, la Suen recuerda que los estudios relacionados con el uso del cannabis medicinal comenzaron en 1839 en la Universidad Hebrea de Jerusalén, y que a partir de 1961, cuando el cannabis fue incluido en la lista 1 de estupefacientes, no se permitió hacer más investigación clínica, pero sí se hace investigación preclínica –con animales, no con humanos–.

“Es incorrecto afirmar que no hay evidencia que avale el uso de cannabinoides con fines médicos”, afirma el comunicado, que cita una revisión que publicaron en 2017 las academias nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos que reúne 10.000 estudios mundiales sobre el tema, expresó en diálogo con la diaria Julia Galzerano, médica y vicepresidenta de la Suen.

La médica resumió que esa revisión marcó los usos que tienen más evidencia científica, los que tienen mediana evidencia y los que tienen poca, aunque se usen igual; según dijo, hay “pruebas concluyentes” de que los cannabinoides son eficaces en quitar el dolor crónico en adultos, para disminuir náuseas y vómitos en personas que reciben tratamientos de quimioterapia y para disminuir la espasticidad en personas con esclerosis múltiple.

Mejora el sueño

Agregó que “hay evidencia de que mejora el sueño secundario a otras enfermedades”, y que hay un nivel de evidencia limitado para atender afecciones como el síndrome de Tourette, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, cáncer, síndrome de intestino irritable y epilepsia, aunque la práctica clínica ha demostrado que el tratamiento es muy efectivo para quienes tienen epilepsia refractaria.

Batthyány remarca que la agencia estadounidense de regulación de medicamentos (FDA, por su sigla en ingles) aprobó el uso del THC –tetrahydrocannabinol– y el CDB –cannabidiol– para cuatro usos: evitar las náuseas en pacientes que reciben quimioterapia, tratamientos para la pérdida de apetito en pacientes inmunodeprimidos, dos estados convulsivos epilépticos (principalmente en niños) y minimizar dolores y espasmos musculares en pacientes con esclerosis múltiple.

Pero insiste en que esas son las cuatro únicas indicaciones –que se pueden dividir y llegar a siete, dijo– sobre las que hay datos suficientes para autorizar estas medicinas.

Plantea, además, que hace dos meses la FDA “se sentó a escuchar a todas las personas que tienen ‘datos’ sobre el cannabis”, entre ellos pacientes y personas que preparan formulaciones, “y la conclusión fue que no hay datos para decir que sí ni que no, y esa es la posición científica que hay sobre el tema”, explicó a la diaria.

Evidencias

“Es muy común confundir el nivel necesario para aprobar un nuevo medicamento y la evidencia necesaria para prescribirlo”, expresa la Suen, que reseña que “fueron aprobados siete medicamentos en base a cannabinoides en Europa, Australia, Estados Unidos y Uruguay” y que “su uso médico fue aprobado en más de 20 países, en algunos de los cuales el sistema de salud se hace cargo del costo de estos tratamientos, como es el caso de Alemania”.

Galzerano afirmó que la experiencia clínica de los médicos que integran la Suen ha mostrado que entre 60% y 65% de los pacientes con dolor crónico de tipo osteoarticular responde al tratamiento con cannabis medicinal, “el problema es que a eso no lo tenemos sistematizado como para presentarlo como resultado de investigación, y eso es lo que queremos hacer: investigar y mostrarle a la gente qué es lo que encontramos”, dijo.

Aclaró que “no es mágico, hay gente que responde y gente que no, va a depender de muchos factores”.

Respecto de la diferencia con Batthyány, Galzerano dijo que “concordamos en que tenemos que tener más investigación, no concordamos en que no hay.

No son suficientes

No son suficientes, necesitamos más, Uruguay es óptimo para eso; necesitamos capital”, afirmó Galzerano; a su entender, se podrían hacer estudios clínicos en nuestro país, algo con lo que el director del Pasteur discrepa porque, según dijo, ni siquiera se hace con los medicamentos convencionales.

Batthyány expresó que ningún punto del comunicado es contradictorio con lo que él ha opinado.

Lejos de polemizar, prefirió señalar la necesidad de reforzar la investigación, algo en lo que comenzó a avanzar el Pasteur.

Agregó que la Secretaría de Ciencia y Tecnología tiene trancado desde hace seis meses un proyecto que propone crear un centro de investigación en cannabis, y que los grupos de investigación han tenido “enormes dificultades” para recibir apoyo de las empresas, porque Estados Unidos bloquea el movimiento de plata por tratarse de derivados del cannabis.

Fuente: La Marihuana