Casi todos los procesos liberadores en el planeta cannábico han necesitado antes un proceso de normalización. Como ocurre con todos los procesos en la política, nadie alza su mano antes de estar convencido. Y, a la inversa, aquellos intentos que no terminan de concretarse, o quedan en el camino, se dan por la falta de apoyo social que el tema exige, aunque se trate del uso medicinal.
En Chile hay numerosas variables que hacen pensar en un final feliz. A saber: el aumento del consumo y la prevalencia y la caída de la percepción de riesgo, son algunos de los factores presentes tanto en Latinoamérica, como en Chile. Los estudios que ha realizado el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) y también el Instituto Nacional de la Juventud, (Injuv), establecen que los patrones de consumo han aumentado.
Esto originó que la sociedad haya cambiado su mirada respecto al cannabis, lo que implica que los usuarios ya no creen que la marihuana es dañina para sus cuerpos, y frente a países del propio continente donde ya está legalizada, se plantea la necesidad de revaluar la ley que la prohíbe.
Chile no prohíbe el consumo de cannabis, pero sí tiene penalizado su cultivo y el tráfico; un panorama similar al que reinaba en Uruguay antes de la ley sancionada en 2013. Sin embargo, la estadística de condenados por delitos relacionados con drogas entre 2010 y 2014 se reduce casi un 23%.
La sociedad civil ha hecho su parte: diversas organizaciones pro cannabis plantearon un proyecto de ley que se conoció como Ley Cultiva Seguro. El fin de la iniciativa es permitirle a los usuarios terapéuticos cultivar marihuana para complementar sus tratamientos. La norma, de tratarse o no, es un fiel reflejo de lo que indica el titular de este artículo: que la sociedad chilena comenzó a educarse sobre el tema y a considerar la posibilidad de legislar en favor de la marihuana. Sin lugar a dudas, el trabajo realizado por Mamá Cultiva ha sido un faro para muchas personas.
“No me causa problemas”
El último estudio de Senda muestra “un aumento en el consumo de marihuana en ambas poblaciones (general y escolar), y una disminución en la percepción del riesgo en ambas”, según señaló José Marín, jefe de estudios del organismo. Según ese relevamiento, un 28,6% de la población consume marihuana, aunque cabe destacar que estos mismos estudios ven alterados sus resultados una vez que el uso se hace legal y los consumidores pierden la vergüenza o el temor de reconocerse cannábicos.
“Hay un aumento del porcentaje de la población tanto en el ámbito escolar como en el adulto, que cree que la marihuana no es dañina y dicen ‘no me causa problemas con la familia, ni en el colegio y tampoco en el tabajo”, señala Marín, quien aporta, además, una variable de clase: “nosotros decimos que la droga genera desigualdad, si bien se consume parejo entre todos los grupos sociales, hay un mayor daño en el nivel socioeconómico más bajo”.
Habrá que ver que pasa durante 2019.
Por Rama
Fuente: La Marihuana