Tailandia tiene fama por ser uno de los países donde se pueden encontrar las mejores landraces sativas. No en vano los genes de sativa Thai fueron imprescindibles para el desarrollo de variedades como Haze o Blueberry, dos de las más influyentes de la historia y presentes de un modo u otro en gran cantidad de híbridos de la actualidad.

En Tailandia hasta hace unos meses el cannabis estaba prohibido por la Ley de Narcóticos de 1979. En ella se clasificaba como Categoría 5. La simple posesión se penaba con hasta 5 años de cárcel, mientras que a los productores, exportadores e importadores la pena máxima era de 15 años.

Pese a todo continuó siendo un gran país productor y todavía hoy se sigue cultivando en provincias del noreste como Nakhon Phanom, Mukdahan y Sakhon Nakhon. Y es que en general el consumo de cannabis en Tailandia está muy extendido y es tolerado socialmente.

Durante la guerra de Vietnam en las décadas de los 50, 60 y 70, muchos militares estadounidenses fueron los encargados de introducir en EEUU estas poderosas sativas, donde se cree que fue un factor decisivo en el movimiento contracultural hippie que comenzó a mediados de la década de los 60.

Las características de las sativas tailandesas son casi únicas. Son para empezar famosas por su elevada psicoactividad, debido no tanto a la cantidad de THC sino más bien a la casi total ausencia de CBD y CBN. Son las llamadas “sativas sin techo” en las cuales el colocón simplemente desaparece, sin el típico bajón de otras variedades.

También es curiosa la morfología de algunas. Suelen alcanzar enormes tamaños, con largas y flexibles ramas que en floración llegan a posarse y arrastrarse por el suelo. En ocasiones incluso las ramas llegan a enraizar en las zonas de contacto con el sustrato.

Otra de sus características es el largo período de floración, que puede llegar a las 20 semanas o casi 5 meses. Ésto se debe por la proximidad al trópico y la escasa diferencia tanto de temperaturas como de fotoperíodos a lo largo de todo el año. No son variedades que se adapten excesivamente bien a cultivos de interior, sobretodo para los impacientes.

Pero sin duda la características más indeseable es su tendencia al hermafriditismo que presentan las variedades tailandesas y que a los breeders les cuesta tanto trabajar. Las hipótesis apuntan a que puede deberse al estrés de las elevadas temperaturas, aunque su cultivo en ambientes más frescos no elimina ese rasgo. Así que lo más viable es que se trate de un rasgo genético.

Fuente: La Marihuana