La cocina cannábica tiene cada vez más adeptos. También cada vez son más las personas que dejan atrás sus prejuicios sobre esta planta y comienzan a consumirla para aliviar dolores y nauseas, para tratar el insomnio, la ansiedad o la depresión. Cuando alguien no tiene el hábito de fumar, lógicamente buscará otras alternativas de consumo como puede ser añadir cannabis a todo tipo de receta, la imaginación y las habilidades de cada persona son el límite.

A la hora de cocinar con cannabis o con cualquier tipo de extracción (hachís, BHO, ROsin…), conviene tener en cuenta varios aspectos para que la experiencia resulte en una buena experiencia. En este post te contamos lo que necesitas saber para introducirte en el apasionante mundo de la cocina cannábica.

LA DESCORBOXILACIÓN

Antes de nada, debemos tener en cuenta que la marihuana en verde no contiene THC, que es el principal compuesto psicoactivo del cannabis. Ni CBD, ni CBN… Contiene THCA, CBDA, CBNA… todos los cannabinoides están en su estado ácido. En definitiva, no tiene efectos psicoactivos. Podríamos comernos un gran cogollo crudo y no notar apenas nada.

La descarboxilación es un proceso natural, mediante el cual los cannabinoides pasan de su estado ácido a su estado neutro. Este proceso de produce muy lentamente durante el curado, o podemos forzarlo aplicando temperatura a los cannabinoides. Por ejemplo al encender un porro de cannabis sin descarboxilar, la propia temperatura de la combustión se encargará de descarboxilarla y hacerla psicoactiva.

Por todo ésto, al cocinar con cannabis con recetas en frío como pueden ser batidos, ensaladas o aderezos, previamente debemos descarboxilar la hierba. Para ello es tan sencillo como meterla en el horno a 105-120 ºC durante unos 30 minutos será suficiente. En recetas en las que requieran cocinado u horneado, no es necesario esta descarboxilación previa.

LOS INGREDIENTES

También se debe tener en cuenta que los cannabinoides no son hidrosolubles, es decir que no se disuelven en agua. Añadir un cogollo a un vaso de agua hirviendo no sirve de nada, pues los tricomas que es donde se concentran principalmente los cannabinoides, no se disolverán. Podremos sacar el cogollo y observar que aunque empapado, conservará sus tricomas salvo alguno que se pudo haber desprendido, y que en todo caso reposará intacto en el fondo del vaso.

Los cannabinoides son liposolubles, es decir que se disuelven en grasas o aceites. Así que podremos usar cualquier tipo de receta que o contenga grasa o aceite, o se les pueda integrar una pequeña cantidad de grasa o aceite. Algo muy habitual entre los cocinillas cannábicos, es hacer una mantequilla cannábica o aceite cannábico y tenerlo a mano para usar todos los días. Hacerlos es muy sencillo, en la nevera aguantan bastante tiempo, y podremos manejar las concentraciones que deseemos.

LA DOSIS

Es el aspecto al que se le debe tener el máximo respeto. Al contrario que el cannabis fumado o vaporizado, donde en pocos segundos notaremos los efectos, la marihuana ingerida tiene un proceso de asimilación más lento al tener que pasar primero por el aparato digestivo. Lo habitual, es que hasta pasada una hora no se comiencen a notar los efectos.

Un consumidor que habitúe a fumar cannabis, conoce sus límites y sabrá cuando está fumando más de la cuenta. En estos casos se suele aparcar un rato el porro. Con los efectos al ser casi instantáneos,  es en otras ocasiones el propio cuerpo el que dice basta antes de llegar a una intoxicación, la cual todo sea dicho es muy poco común con el cannabis fumado.

Pero en cambio con unos efectos tan retardados como cuando se ingiere, puede llegar a ser muy fácil excederse con la dosis sin ser consciente de ello. Las intoxicaciones por cannabis ingerido son bastante más comunes y los efectos muy desagradables. Afortunadamente un buen sueño reparador es suficiente para superarla sin mayor problema.

Una buena dosis de entrada son unos 0,3-0,5 gramos de cannabis “por persona”. Es decir que si vas a hacer un bizcocho para compartir con 4 amigos, una buena dosis serían 3-5 gramos de cogollos. Así podréis hacer 10 raciones, dos para cada uno. Si tras la primera y pasado un tiempo prudencial queréis unos efectos más intensos, comeos la segunda. Sólo la experiencia hará que cada uno ajuste las dosis a sus necesidades o gustos.

Fuente: La Marihuana