Existen muchos tipos de personalidades entre los consumidores de cannabis. Y es que los efectos pueden variar mucho entre personas. Aquí os dejamos algunas de ellas. Seguro te identificas con alguna o conoces a alguien que encaje en alguna clase de fumeta.

El clase de fumeta gorrón

Es el típico que siempre fuma, pero nunca tiene. Normalmente en el grupo de amigos, es uno de los mejores y más divertidos. Su disculpa es siempre la de «es que apenas fumo» o «sólo fumo cuando estoy con vosotros». Pero a la hora de fumar en grupo, se queda solo y es de los que más lo aprovecha. El cannabis siempre se disfruta más en compañía. Pero hombre, Alberto, algún día podías tener el detalle de invitar tú.

El fumeta hambriento

Es del todo normal que a mucha gente después de fumar un porro, le entre hambre. Pero existe un grupo reducido que les pongas lo que les pongas, parecerá que no han comido en un mes. Incluso se toman la libertad de hacer alguna incursión a nuestra cocina o despensa en busca de víveres. Después, suelen terminar tirados en el sofá sin ganas de hacer nada debido al empacho. Tanto por la cantidad, como por la variedad de comida que han devorado.

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El fumeta intolerante al THC

Es para los demás, uno de los tipos de fumetas más graciosos. Pero el que lo sufre desde luego no lo pasa nada bien. Es aquel clase de fumeta que con dos caladas parecerá que se ha fumado uno o dos porros enteros. Suele ser bastante susceptible a los «blancazos». Y por una extraña razón, los amigos saben mejor que él mismo cuando están a punto de suceder. Si desaparece de la reunión, lo podrás encontrar tirado en el sofá hecho un ovillo o en el baño vomitando.

El muy tolerante al THC

Es todo lo contrario al anterior. Es aquel que lleva tantos años fumando porros, que nadie lo recuerda cuando no los fumaba. Puede fumar dos, tres o cuatro seguidos. En bong, vaporizador o pipa. Cogollos o extractos. Y da mucha rabia porque es imposible seguirle el ritmo por mucho que se quiera. Tú te perjudicarás muchísimo mientras a él lo verás fresco como una lechuga.

Clase de fumeta gourmet

Sobran presentaciones. En todos los grupos siempre hay un elitista o sibarita. Sólo compra los yogures de determinada marca porque no hacen grumitos. El vino tinto, a 18º exactos. El chuletón con sal roja del Himalaya. Y la marihuana, con mínimo 8 meses de curado en caja de cedro con control de humedad. Nunca suele tener mucha variedad, porque cultiva esquejes de una madre que conserva desde hace décadas, en hidropónico, con los mejores abonos y exclusivamente con LED que sólo le fabrican a él por encargo.

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El deportista

Para muchas personas, fumar porros y hacer cualquier tipo de actividad física es incompatible. A otros en cambio, entre los que me incluyo, nos anima a escalar una roca vertical de 50 metros. O jugar un partido de fútbol completo. O correr media maratón. O hacer una ruta en bici de montaña de 120km. Después en el momento de actividad, las pretensiones bajan y todo se queda en un poco de ejercicio físico. Pero muy agradable en cualquier caso.

El fumeta sabio

Es la clase de fumeta que más sabe de cannabis en cualquier grupo de amigos. Lleva cultivando décadas variedades que ni siquiera sabías que existían. Todo lo que sabe lo aprendió por él mismo en una época en la que Internet era una utopía, lo que sin duda es digno de elogios por parte de todos. Identifica una genética con sólo olerla. Y por el sabor sabe cuantos meses tiene de curado. En definitiva, el cannabis no tiene ningún tipo de secreto para él.

La clase de fumeta filosófico

Siempre existe el fumeta que tras fumar un porro, se vuelve experto en cualquier tema. Da igual que sea política, o fútbol, o astrología, o música, o viajes, o física cuántica, u osos panda… Sabe absolutamente de todo. O al menos es lo que él se piensa. Lo cierto es resulta muy pesado cuando fuma. Y en muchas ocasiones sus conversaciones llegan a ser tan insoportables y aburridas. En cierto modo, le amarga la fiesta a los demás.

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El rutinario

Para esta clase de fumeta, el cannabis es una forma de vida. No puede pasar mucho tiempo sin su dosis de THC. Pero pese a ello, es raro percibir que va fumado. Cualquier tarea que haya que realizar, incluso en su trabajo, para él será más llevadera tras fumarse un porro. Según él, aumenta su capacidad de concentración. Y como lo conocemos, realmente sabemos que es verdad. Cuando no fuma por cualquier motivo, es muy irascible.

El paranoico

Esta clase de fumeta puede actuar de varias maneras. Como por ejemplo escuchando ruidos inexistentes. Imaginando que todos estamos hablando de él o tenemos algo en contra de él. O que está fumadísimo cuando realmente no lo está. También existe el conspiranoico, que es ese tipo de gente que piensa que en las vacunas meten microchips, que el hombre no pisó la luna, que Elvis está vivo, o que el agujero de la capa de ozono es un invento.

Fuente: La Marihuana